viernes, 1 de junio de 2007

LA ESCUELA ATENIENSE

a) LA ESCUELA DEL GRAMATISTA

Recibe al niño entre los 7 y los 14 años. La enseñanza se imparte en malas chozas de madera, en las calles o en un rincón de la plaza o del mercado, de modo que los transeúntes, según Teofrasto, pueden molestar a alumnos y maestros.

El gramatista o maestro de primeras letras, enseña a leer y escribir. El proceso seguido, en esa doble enseñanza, era enteramente mecánico e imitativo. Se presentaban al niño, las letras del alfabeto pintadas en tablas de arcilla; conocidas las letras, se unían en sílabas y palabras. La técnica de la escritura se adquiría en tablas de cera en las que hacían los trazos mediante un punzón. Se cree comúnmente, aunque la cosa no consta en absoluto, que el gramatista enseñaba también el cálculo. El niño que conocía el mecanismo de la lectura se dedicaba a leer los cantos de Homero y estudiaba de memoria unos trozos del sublime vate.

El pedagogo no era maestro, sino como lo indica su nombre, el conductor del niño. Era frecuentemente un esclavo incapaz de ejecutar cualquier otra labor.

La vocación del gramatista era tenida en poco: los libertos y esclavos ejecutaban a menudo ese oficio.



b) LA ESCUELA DEL MÚSICO

La enseñanza musical, incumbencia del citarista, comprendía: el canto, la música instrumental (cítara, lira) y la buena dicción. En los principios, corría también por cuenta del citarista la enseñanza de la poesía, tan íntimamente unida con la música.

El griego, como los demás pueblos antiguos, veía en la música un medio de formación estética, política, moral y religiosa. Con la decadencia griega llegó a prevalecer la música artística sobre la popular; la escuela de música perdió entonces su significado primitivo.



c) LA ESCUELA DE GIMNASIA

La mira de la gimnasia griega fue no sólo la belleza del cuerpo, sino también la salud y robustez: bajo este último concepto suplía a la medicina.

La palestra fue el campo de ejercicios físicos de los niños; el gimnasio, el de los jóvenes. Era costumbre untar el cuerpo antes y después del ejercicio. Con el tiempo, el gimnasio se troncó en una institución docente: los filósofos y retóricos concurrían allí su enseñanza a los jóvenes fuera de las horas de ejercicio. Allí también se establecieron importantes bibliotecas.





d) LAS ESCUELAS DEL GRAMÁTICO, DEL RETÓRICO Y DEL FILÓSOFO

Con el andar del tiempo, y mediante la acción de los sofistas, se estableció una enseñanza gramática y retórica para los adolescentes que aspiraban al manejo de la palabra en público. Aquella labor no era, sin embargo, de especialización: el adolescente recibiría una formación general, pero en un círculo más amplio que el de la escuela del gramatista.

Las escuelas de los filósofos presentan el carácter de asociaciones libres de aficionados al saber, en torno a un maestro. Solían los maestros de filosofía exigir ciertas condiciones previas de sus discípulos: Platón, por ejemplo, no admitía como alumnos a los jóvenes que no hubiesen estudiado matemáticas.

La organización escolar que se acaba de esbozar se destinaba al varón. La mujer, en Atenas, recibía escasa instrucción. Fuera de su participación en las procesiones del culto, quedaba encerrada en el gineceo. La madre solía enseñar a las niñas las labores femeninas: hilas, tejer, coser. Algunas doncellas aprendían también en el gineceo algo de lo que se enseñaba en la escuela del gramatista: leer, escribir, cantar, tocar la lira. Atenas tuvo exposición de niñas, como Esparta la tuvo de niños.


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