viernes, 1 de junio de 2007

APRECIACIÓN


Atenas llevó las letras, las ciencias, las artes y la filosofía a un grado sorprendente de desarrollo; así sentó las bases de la cultura occidental. En el campo de la cultura formal de la inteligencia alcanzó una cumbre que no ha sido superada. Su punto débil es la formación ética y religiosa.

Pitágoras y Platón colocan la esencia de la cultura en la aplicación del espíritu a lo divino. Pero aquello no pasa de ser un anhelo transitoria: el sentido de lo divino hizo falta al griego. El pueblo helénico carece de los libros sagrados. “Comparada con la cristiana, dice Messer, poseía la religión griega un carácter marcadamente terrenal y naturalista. No era una religión redentora que orientara el almo hacia otra existencia más perfecta; ni alentaba en ella la menos desconfianza hacia el placer de los sentidos y su alegría mundanal. La meta del griego, en el apogeo de su cultura nacional, no era lograr una meta superior, ni no desplegar la propia naturaleza humana en un hermoso equilibrio de cuerpo y alma”.

La religión antigua estaba orientada únicamente hacia la vida presente. Los dioses se miraban como espejo de las leyes que habían de ser observadas para ala prosperidad del Estado, y el bienestar del individuo. La muchedumbre redujo toda la religión a la escrupulosa observancia de ciertas formas rituales que la rebajaban al nivel de un trueque entre los dioses y los hombres, como advierte Platón.



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